La pasada semana les traíamos hasta sus pantallas la curiosa historia de una estampa que impresa con la técnica del grabado muestra la imagen del monarca inglés Jacobo III (1688-1766). De forma casual, y ahí estriba la peculiaridad de la historia, les contábamos como en el reverso de la estampa se puede apreciar una partitura musical, encuadrable también en el siglo XVIII, y que pudo servir como material auxiliar en el taller del grabador, quedando plasmada la partitura de forma involuntaria.
Si bien entonces hablábamos de unos de los deberes de un museo, la investigación, hoy vamos a acercarles a otro no menos importante: la conservación y la restauración. Para ello vamos a contar con información de primera mano. Nerea Diez de Pinos, restauradora de documento gráfico del Museo nos cuenta como fue el proceso de restauración que hace algunas semanas se llevo acabo sobre nuestra curiosa estampa.
¿Por qué se creyó oportuno trasladar esta estampa al Área de Restauración?
«»»Como suele ser habitual, en una de las revisiones periódicas a las que sometemos a nuestros fondos, detectamos que esta estampa presentaba algunos indicios que podían causarle daños a corto y medio plazo.»»»
¿Cuáles eran esos indicios?
«»»El encolado al que fue sometida la estampa, con cola orgánica animal, ha favorecido un ataque de microorganismos. Éstos se nutren, en este caso, de papel y podían, a la larga, descomponerlo de forma irreversible. Además esto se veía agravado por la presencia de un alto índice de suciedad, polvo, etc. que el paso de los años había ido dejando sobre las superficies del objeto. Por último, creemos que antes de entrar en el museo también fue manipulada inadecuadamente ya que presentaba rasgados, pérdidas de soporte, etc.»»»
¿Cómo se puede solucionar?
«»»Pues en primer lugar, así, viendo punto por punto cuáles eran las causas de su mal estado de conservación para, a continuación, prescribir y ejecutar una serie de tratamientos de restauración. Primero reconocemos al enfermo, lo diagnosticamos y a continuación lo tratamos…»»»
¿En qué ha consistido ese tratamiento?
«»»Para cada alteración aplicamos una técnica distinta de tratamiento. Conseguir eliminar los restos de polvo y suciedad requería lo que en restauración denominamos una limpieza mecánica y húmeda. Limpieza en este caso que pasaba por utilizar gomas de distintas durezas con las que se fricciona de forma controlada las superficies del objeto y baño del documento en agua.
La eliminación del los microorganismos requiere un tratamiento químico que conlleva un baño de desinfección del documento. En un último baño de desacidificación se eliminó la acidez del soporte dotándole de una reserva alcalina que garantiza su conservación a largo plazo.
Por último, se trabaja para prevenir males mayores que pudieran causar los rasgados y pérdidas del papel. Lo afrontamos de dos formas: allí donde hay rasgado, pero no se ha perdido el papel consolidamos con un papel especial, llamado papel japonés, de un gramaje muy liviano.
Para aquellos lugares del documento donde se ha perdido el papel, hemos reintegrado con un papel japonés de gramaje similar al original.»»»
Y ahora toca guardarlo, ¿cómo lo hacemos?
«»»En este caso no es un objeto que esté en exposición por lo que dictaminamos en que condiciones habrá de guardarse: siempre plano en una carpeta de conservación hecha a medida, a una temperatura estable de 18-20ºC, y una humedad relativa del 50-55%.»»»
Como se suele decir, más vale prevenir que curar. Por eso, la conservación preventiva es uno de las máximas de cualquier museo… ¡Hasta la semana que viene!