Primeros datos sobre el “Bronce de Novallas”

En 2012 ingresaba en el Museo de Zaragoza un fragmento (18,1 x 22,5 cm) de una inscripción hecha sobre una plancha de bronce, encontrada casualmente en el término municipal de Novallas. El gran interés de este nuevo documento radica en que es un texto escrito en lengua celtibérica pero con alfabeto latino, lo que abre una puerta al avance del conocimiento de ese idioma antiguo. El texto conservado tiene once líneas y un total de cuarenta palabras.

Detalle de palabras en celtibero (fot. J. Garrido)

El último número de la prestigiosa revista “Paleohispánica” que acaba de aparecer y que recoge las actas del “XI Coloquio Internacional de Lenguas y Culturas Prerromanas de la Península Ibérica”, celebrado en Valencia en octubre de 2012, contiene una contribución científica sobre esta trascendental pieza.

Cubierta de la revista

El estudio en cuestión está firmado por Francisco Beltrán, Juan José Bienes, José Antonio Hernández Vera y Carlos Jordán, de la Universidad de Zaragoza y consiste en una primera aproximación a la inscripción. Se analiza el contexto arqueológico del hallazgo, una villa agrícola de las muchas que salpicaron la vega del Queiles, fechable entre los siglos I y III. Allí llegó la inscripción como chatarra, cuando su contenido textual ya no tenía valor alguno.

Otro de los aspectos tratados es la autenticidad de la pieza, dada la abundancia de falsificaciones que se están dando en el ámbito de la epigrafía antigua. Tanto los análisis organolépticos como metalográficos de la placa realizados en el Museo de Zaragoza y la propia autopsia paleográfica del texto certifican su autenticidad. Los investigadores le otorgan una cronología de finales del siglo I a. C y un sentido de texto oficial, por lo tanto escrito para ser exhibido en un lugar público.

Un momento de la presentación del Bronce de Novallas en 2012 (Fot. J. Garrido)

En esta aproximación preliminar los autores hacen hincapié en varios aspectos de la inscripción como es la aparición de los nombres de tres ciudades próximas al lugar del hallazgo: Cascantum (Cascante), Contrebia (probablemente Contrebia Leucade, junto a Aguilar del río Alhama) y Tergas (que se supone cerca de Tierga). Otro asunto que destacan es la aparición de un préstamo latino, pues aparece repetidamente la palabra publicus, dando a entender que ese vocablo no existía en la lengua celtibérica con el sentido que se le dio en la inscripción.

Una cuestión que llama la atención es la aparición de una marca junto a varias letras eses. Se trata de un trazo horizontal perfectamente claro y que está indicando un sonido silbante distinto al que le atribuían los latinohablantes a su signo S normal. Una pista que ayuda a reconstruir la fonética del idioma celtibérico.

El Museo de Zaragoza conserva este documento que nos está marcando en punto de inflexión del progresivo cambio de lengua en la zona del Moncayo, del celtíbero al latín. El documento público iba dirigido a la generalidad de los habitantes que aún no conocían el latín con fluidez, aunque ya habían perdido la capacidad de leer su propio idioma en su alfabeto original.

Leyendo el Bronce Novallas. (Fot. J. Garrido)

Si tenemos en cuenta la hipótesis verosímil de que Augusto estuviera en la cercana Turiaso, en el año 25 a. C. sanando de la enfermedad que le atacó durante las Guerra Cántabras, sin duda la lengua que el emperador oyó a su alrededor fue la que nos transmite el Bronce de Novallas.

MdZ

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