Fue en el mes de septiembre de 1913 cuando se produjo el hallazgo de unos de los conjuntos de arte rupestre levantino más importantes de la Península Ibérica: el abrigo de Val del Charco de Agua Amarga. El Museo de Zaragoza, por diversas razones, se quiere hacer eco de esta efemérides que ha sido ampliamente celebrada en Alcañiz, municipio donde se ubica el yacimiento.
Fue el entonces notario de Valdeargorfa, D. Carlos Estevan Membrado, quien en una visita que hizo a unas fincas de su propiedad se percató de la existencia de las pinturas. De inmediato lo comunicó su amigo, el arqueólogo bajoaragonés Juan Cabré que hacía una década había descubierto la “Roca de los Moros” en Calapatá, hallazgo con que se inició el reconocimiento de un nuevo estilo de pintura prehistórica: el “Arte Rupestre Levantino”. La pinturas de Val del Charco aparecían publicadas ya en 1915, en la obra de Cabré “El Arte Rupestre en España (Provincias septentrional y oriental)”, un libro pionero en la materia, verdadera joya bibliográfica de la que el Museo de Zaragoza posee un ejemplar en su biblioteca. Val del Charco daba así el salto a la literatura científica internacional. A través de veinte páginas, calcos parciales y generales y fotografías, Cabré da buena cuenta de la trascendencia de esta nueva estación prehistórica.
Llegaron después diversos estudios parciales o acotaciones a la obra de Cabré debidos a José Tomás (las excavaciones arqueológicas), Eduardo Ripoll o Martín Almagro. Pero va a ser el profesor Antonio Beltrán, a la sazón Director del Museo de Zaragoza (1964-1974), quien en su obra de síntesis del Arte Levantino (1969) y, sobre todo, en su primer trabajo monográfico sobre esta cueva (1970), fue el que puso al día los datos publicados por Cabré, además de añadir nuevas reproducciones de las figuras, tanto calcos como diapositivas a color. Todo ello supuso un notable avance sobre lo conocido hasta esa fecha, además de constituir un banco de datos objetivos en un momento en el que conjunto pictórico se estaba deteriorando a pasos agigantados.
En 1998 la UNESCO incluyó al Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica en la Lista del Patrimonio Mundial. Con este motivo el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Alcañiz editaron una eficaz guía sobre Val del Charco del Agua Amarga, firmada por José Ignacio Royo y José Antonio Benavente, en la que se reunían los conocimientos sobre el sitio y servía como material de apoyo para la vista al monumento.
En 2002, vuelve Antonio Beltrán y su equipo de colaboradores a estudiar el abrigo, tras los trabajos de limpieza y restauración de las pinturas que habían reportado novedades de gran importancia que convenía dar a la luz. Por ejemplo de las 72 figuras registradas en los calcos de 1970 se pasó a 109. El resultado fue un libro de gran formato, con magníficas ilustraciones en el que contextualizaba Val del Charco con las aportaciones últimas en este campo de investigación. Hoy por hoy, constituye la obra definitiva sobre este lugar tan emblemático de la Prehistoria aragonesa.
Y por último, con motivo del centenario que estamos glosando, acaba de aparecer este año un librito debido a la pluma de Manuel Bea. En él se sintetiza la historia del yacimiento y se contextualiza con las últimas interpretaciones del “Arte Rupestre Levantino”, del que un Director del Museo de Zaragoza, fue uno de sus más entusiastas y rigurosos estudiosos.