Una actividad fundamental de los museos es la investigación sobre sus fondos, una tarea que se queda a medio camino si no se da a conocer a los estudiosos y al público en general, a través de publicaciones especializadas.
Este es el caso de la contribución que hemos hecho al Boletín de Museo Arqueológico Nacional, un número especial dedicado a la memoria de Paloma Cabrera Bonet que fuera conservadora-jefa del Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas, desde cuyo puesto nos echó una mano más de una vez a la hora de clasificar cerámica griega de los fondos del Museo de Zaragoza.
Dada la condición profesional de Paloma Cabrera, el tema elegido consideramos que tenía que estar relacionado con el mundo colonial. Como si el destino lo hubiera determinado, hacía unos meses que, en el curso de los trabajos de reorganización y catalogación del material arqueológico procedente de las excavaciones de Antonio Beltrán en el cabezo de Monleón (Caspe), habíamos quedado sorprendidos por el hallazgo de tres cabezas femeninas de terracota. Son considerados pebeteros y se suelen encontrar en Ibiza y en las costas levantinas. El personaje se identifica con una diosa protectora de la tierra y la agricultura, ya sea Tanit, Demeter, Astarté o cualquier otro nombre derivado del sincretismo religioso en el que se movía la península Ibérica tras el impacto producido por las colonizaciones griega, fenicia y púnica. Este hallazgo se ha de relacionar con materiales ibéricos de una fase no conocida hasta ahora de frecuentación del cabezo de Monleón. Lo estudiado sugiere el establecimiento en este estratégico lugar de un santuario dedicado a esa deidad, allá por el siglo III a.C.
Esta vez la colaboración del Museo de Zaragoza con el Museo Arqueológico Nacional nos ha permitido dar a conocer la novedosa presencia de un culto cuyo más elocuente exponente son estas figurillas femeninas de terracota de origen púnico, a la vez que honramos la memoria de una colega que siempre estuvo dispuesta a ayudarnos en cualquier tema que tuviera que ver con el mundo de las colonizaciones mediterráneas, un fenómeno del que cada vez se encuentran más testimonios aguas arriba del río Ebro.
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