Los fondos del museo permiten contemplar el panorama artístico de España durante este periodo. Tras la figura de Francisco de Goya, artista clave en el discurso del Museo de Zaragoza, en la segunda mitad del s. XIX se asiste a la convivencia de dos concepciones plásticas diferentes, una continuista de tinte romántico y academicista y otra renovadora, con aires parisinos, en la que florecieron ya en la segunda década del siglo XX, las vanguardias. Los centros de enseñanza fomentarán una pintura tradicional y las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes que se celebrarán desde 1856, supondrán un escaparate en el que se verá reforzado ese gusto oficial por la pintura erudita, comenzando a proliferar grandes composiciones, inicio de la pintura de historia. Junto a esta pintura de historia, se generará una corriente romántica basada en el costumbrismo, amable y pintoresco. Álvarez Dumont, Maximino Peña o Giménez Nicanor presentes en la exposición son buena muestra de ello. Estas tendencias realistas se afirmarán gracias a las pinturas de paisajes introducidas por Carlos de Haes, representado en las colecciones del museo. Así, paisaje, pintura costumbrista, retratos e historia serán los temas más solicitados de este momento.El retrato y la representación de la figura femenina toman forma de la mano de Joaquín Sorolla, Pradilla, Ignacio Zuloaga, Anselmo Gascón de Gotor o Mariano Benlliure.
Los autores de la primera mitad del siglo XX nos dirigen hacia el lenguaje de la plástica contemporánea de la 2ª ½ del s. XX. Santiago Rusiñol, Marín Bagüés, Luis Berdejo o Honorio García Condoy.