A mediados del siglo XVIII pintores de la talla de Corrado Giaquinto o González Velázquez, serán modelos a tomar por Luzán y Bayeu, máximos representantes de la pintura aragonesa. De Luzán, profesor de Goya, destaca la pintura San Valero, San Vicente, San Pedro Arbués y Santo Dominguito de Val en la Gloria, un magnífico boceto, depósito de colección particular zaragozana, que realizó para las puertas de armario de la sacristía de la Seo de Zaragoza, y que muestra el gusto aún barroco-rococó del momento. De Francisco Bayeu son representativos dos espléndidos retratos de su esposa e hija, realizados entre 1780 y 1790, ejecutados con pinceladas largas y empastadas, y tratados con gran realismo.
La colección de obras del Museo de Zaragoza de Francisco de Goya y Lucientes constituye uno de los fondos más representativos y valiosos, siendo ejemplos significativos de su extensa producción. Destacan sus obras de la etapa aragonesa de formación, sus inicios en Italia (Anibal cruzando los Alpes) y su magnífica pintura de Corte (Fernando VII, El Duque de San Carlos y el Infante Luis María de Borbón o los atribuidos de Carlos IV y María Luisa de Parma). La colección se enriquece con depósitos de particulares, como sucede con la asombrosa pintura Visión Fantasmal. Además el Museo de Zaragoza conserva entre sus fondos estampas seriadas (Desastres, Caprichos, Disparates y la Tauromaquia) y no seriadas.