El día 18, en esta semana de octubre, el calendario católico celebra la festividad de san Lucas , uno los cuatro evangelistas. Fue un médico educado en la cultura helenística, pues nació en Antioquía, se le considera discípulo de Pablo de Tarso. Para algunos murió en Beocia, según otra tradición fue martirizado en Acaya.
Sirva esta conmemoración como pretexto para acercar a nuestra web una escultura de este santo atribuida a la mano de Damián Forment y que hasta su puesta en valor por la exposición “Esplendor del Renacimiento en Aragón” que se celebró en el Museo de Zaragoza en 2010, había permanecido prácticamente desconocida. Hoy se exhibe en la sala dedicada al Renacimiento, tras un proceso de restauración que la ha devuelto a su primitiva fisonomía.
Se trata de una figura de cuerpo entero hecha de alabastro en su color, de unas dimensiones de 84 x 22 x 25 cm, prácticamente de bulto redondo, pues sólo la espalda está sin tallar debido a que no era visible en el retablo en el que estuvo ubicada originalmente. Representa al evangelista como un hombre maduro, barbado y de gesto adusto. Lucas va vestido con túnica anudada al hombro, su cabeza girada hacia la derecha nos hace pensar que se ubicó en un lateral del retablo. A sus pies y tumbado está su animal simbólico, el toro. La peana es un capitel de una columnilla procedente de una galería renacentista desmontada que no tiene que ver con la obra original.
Según la documentación conservada en el Museo de Zaragoza, datada en 1846, la figura procede del convento del Carmen Calzado de esta ciudad, aunque apuntes posteriores contradicen esta información y lo atribuyen a los Carmelitas Calzados, cosa poco probable pues el retablo (perdido) que se contrató con Forment para este cenobio era de madera.
Se atribuye esta escultura, y otra que le acompaña que representa a san Marcos, a Damián Forment y a su taller pues perpetúa el patrón que este artista estableció en otras obras bien documentadas, como el retablo mayor del Pilar de Zaragoza (1509-1518) o en el retablo mayor de la catedral de Huesca (1520-1532). Razones de ejecución y estilo apuntan a que pudiera haberse esculpido hacia 1530, en un momento de máxima producción de Forment que llegó a tener tres talleres abiertos en la Corona de Aragón: Zaragoza, Huesca y Cataluña, con unas cuarenta persona a su cargo.
Una muestra más de los tesoros que el Museo de Zaragoza conserva y pone a disposición de una sociedad cada vez más exigente con las instituciones culturales de primer orden como la nuestra. Felicidades a los Lucas.
MdZ