Esta semana no viajamos tan lejos como en las anteriores, nos quedamos en la provincia de Zaragoza y nos vamos hasta la ciudad de Borja y desde allí nos acercaremos al Santuario de Misericordia a través de tres obras del pintor Baltasar González Ferrández (1861-1936) de las varias que conservamos en el Museo de Zaragoza.
Baltasar González fue un pintor y poeta borjano, ciudad en la que pasó toda su vida a excepción de su periodo formativo en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza primero (que en aquel momento compartía sede con el Museo de Zaragoza) y después en la Academia de San Fernando de Madrid, donde permaneció hasta 1884. Cultivó numerosos géneros, entre ellos el paisaje y el costumbrismo, enmarcados en una renovada tradición impresionista. Dentro de su copiosa producción dos de sus temas más queridos son los paisajes y escenas del Santuario de Misericordia y de las frondosas riberas del río Huecha.
Os mostramos hoy un luminoso óleo
sobre lienzo (57,5 X 37, 5 cm), fechado en 1889. Es una composición de potente verticalidad en la que González plasmó el camino de acceso al Santuario de Misericordia al llegar al pilar de San Miguel, bordeado por árboles que refuerzan la composición. En el centro ha colocado a una pareja de excursionistas (él a pié y ella en caballería) que proporciona escala y efecto narrativo.
Hoy, una vez llegados al Santuario, podemos disfrutar de un fresco y cuidado bosque y de un panorama sobre el Moncayo y el valle del Ebro realmente impresionante. Pero aquellos excursionistas decimonónicos se debieron encontrar allí con un alegre espectáculo que Baltasar González plasmó en la segunda obra que traemos “La jota en el Santuario de Misericordia”, óleo sobre lienzo pintado en 1894, un cuadro costumbrista pero donde se cuida también el paisaje como podemos observar en el segundo plano. El protagonismo se lo lleva un nutrido grupo de personas en ambiente festivo, en lo que es un verdadero retrato colectivo que se ha convertido en un inestimable documento etnográfico que ha servido de fuente para estudios sobre indumentaria tradicional.
Bajamos de Misericordia hasta el fondo del valle y nos refrescamos en las orillas del río Huecha, habitual lugar de esparcimiento en verano y que se refleja perfectamente en la tercera pintura titulada “Caminando por el Huecha” (óleo sobre lienzo 62 x 84 cm, de 1895), tema recurrente en este artista. El tranquilo río en primer plano, un soto a la izquierda y en el centro la figura de una joven con una cabra pone la anécdota en un paisaje donde impera la melancolía.
En menos de una hora podemos estar allí y pasar una jornada de lo más agradable siguiendo los pasos de Baltasar González.
MdZ