“Regala Zaragoza”, es una iniciativa de Zaragoza Turismo que, a lo largo del año, organiza una serie de fines de semana temáticos con el objetivo de dinamizar las propuestas culturales de la ciudad y atraer visitantes a ellas. Con ese motivo, el pasado 15-16 de febrero lanzó su CHOCOFINDE, pues la proximidad de la celebración de San Valentín proporciona la excusa perfecta para poder “endulzarnos” también desde nuestras instituciones culturales.
El Museo de Zaragoza, otro año más, se sumó a esta iniciativa ya que los fondos que custodian las Secciones de Cerámica y Etnología contemplan piezas íntimamente relacionadas con la elaboración y degustación de ese maravilloso alimento.
Las personas interesadas en asistir a la actividad, diseñada desde el museo, completaron dos grupos que sucesivamente pudieron conocer, a través de una presentación de diapositivas, algo mejor la historia del cacao, el “oro negro”, su origen americano, los usos sociales a lo largo del tiempo, sus virtudes “medicinales”, los principales países productores, las empresas comercializadoras de chocolate. Se finalizó esta primera parte de la mañana, degustando unas onzas del rico manjar, en la variante chocolate negro con frambuesa, naranja y avellanas, provenientes del comercio justo.
A continuación visitamos las salas de exposición de la Sección de Etnología de museo que ofrecen una serie de chocolateras de latón de finales del siglo XIX, comienzos del siglo XX, época en que el consumo de este alimento comienza a popularizarse en nuestro contexto. También se exhibe aquí un servicio de cerámica, tazas y jarras, para poder tomarlo líquido.
Otras piezas bien interesantes y relacionadas con el cacao, son los álbumes de cromos que Chocolates Lacasa de Jaca lanzó al mercado en 1945. El museo muestra dos de ellos con deliciosos cromos referidos a países de Europa, y que constituían en aquellos años otro atractivo más para incentivar el consumo de chocolate entre la gente menuda.
Finalmente la actividad concluyó en la Sección de Cerámica ante las vitrinas que presentan las mancerinas y jícaras del siglo XVIII, fabricadas en Alcora y utilizadas principalmente en los salones de la burguesía de entonces como complemento de sus reuniones.
Hubo unanimidad entre los participantes en manifestar su satisfacción tras la actividad. También muchos de ellos reconocían que era la primera vez que entraban en esas dos secciones del Museo de Zaragoza, esas “casitas del parque” que siguen siendo las grandes desconocidas entre los habitantes de Zaragoza. Se comprometieron a convertirse en adalides de las mismas en sus círculos de influencia.
Concha Martínez
